La creatividad por lo visto es algo muy difícil de
conseguir, pero sin embargo todo estudiante guarda a un auténtico genio en su interior. Y es que a la hora de hacer un examen desatamos toda nuestra
creatividad.
Simplemente por el hecho de estar bajo presión, y por el
miedo a sacar mala nota, nuestros sentidos son capaces de activarse al cien por
cien y la imaginación es capaz de fluir a un ritmo completamente asombroso. Llegas al examen nervioso y repasando todo lo que puedas en esos últimos
preciados minutos que son milagrosos, porque en esos repasos finales de última
hora siempre te cruzas con una cuestión de la que no te acordabas y a su vez
entrará en el examen. Simplemente en ese último repaso de menos de cinco
minutos ya estás empezando a hacer proezas, porque, sin saber cómo, eres capaz
de revisar todo el temario que te entraba en ese pequeño espacio de tiempo.
Pero lo mejor de todo empieza cuando te sientas por fin ante la hoja en blanco que en menos de una hora debe estar completamente rellena con las respuestas adecuadas. Y se pasa todo el tiempo que dura el examen, un momento mágico. Entonces antes de entregar el examen ves el resultado final y te sientes
orgulloso de esas ideas tan geniales que no sabes cómo se te han ocurrido. Observas la obra de arte que has construido y ves que es algo completamente
original. Ves los procedimientos llevados a cabo y no sabes explicar porque motivo se te ocurrió esta cosa u aquella otra. Al repasar te sorprendes porque no crees que has sido tú mismo quien ha rellanado lo que hay ahí puesto, porque son ideas demasiado brillantes.
Y es que, en definitiva, en los exámenes los estudiantes somos capaces de alcanzar nuestro mayor esplendor imaginativo.
Luis S. I.
Y es que, en definitiva, en los exámenes los estudiantes somos capaces de alcanzar nuestro mayor esplendor imaginativo.
Luis S. I.
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